Gerardo Di Flumeri
Serán hitos históricos en el papel que más tarde desempeñará nuestro personaje en la vida y en la historia de la Religiosa Provincia Capuchina de Foggia y de todos los hijos espirituales del Padre Pío:
El 5 de enero de 1930 nace Luigi Di Flumeri, el futuro P. Gerardo, en Deliceto, provincia de Foggia; el 20 de enero el pequeños Luis fue bautizado entrando a formar parte de la gran familia de la Iglesia.
Deliceto era un pequeño país de la Pulla, rico de tantas tradiciones religiosas y culturales.
En este ambiente el pequeño Luis transcurrió sus primeros años y su infancia. Los padres, Giuseppe Di Flumeri e Imperatrice Visconti, no conocían ciertamente los documentos del Magistero de la Iglesia sobre la familia como iglesesia doméstica. Sencilla y naturalmente vivían todo esto, sin hacer nada de extraordinario.
Una vida religiosa, espontanea y serena, ligada a las devociones en honor de los santos, a la Misa dominical, al sentido de la cruz con el rezo de las tres Ave Marías al sonido de la campana, por la mañana, a mediodía y por la tarde. Vida de fe con los problemas de todos los días: enfermedades, desgracias, cansancios, sacrificios.
La madre se ocupaba de las faenas de la casa. El padre, persona honesta y de confianza, llevaba la contabilidad de una gran empresa. Su posición, en cierto modo desahogada, no los volvía egoistas y despreocupados de los demás; de hecho, los pobres que llamaban a su puerta no se marchaban nunca con las manos vacías.
En esta familia, de religiosidad sencilla y perseverante, nace la vocación del pequeño Luis que fue animada por el tío fr. Crispín, capuchino. Queriendo hacer un parangón con el Padre Pío, podemos decir que lo mismo que este se dejó fascinar por la figura de fr. Camilo, que caminaba por los campos de Pietrelcina pidiendo la limosna, así el pequeño Luis tuvo como punto de referencia la dulce figura del tío fr. Crispín. Durante estos años, de modo particular en la parte sur de los Apeninos italianos se vivía una fe sencilla y genuina. Hoy no es así, dadas las grandes transformaciones de la sociedad actual.
El joven Luis hizo los estudios del bachillerato en Montefusco, provincia de Avelino. Al finalizar el bachillerato y antes de entrar en el noviciado de Morcone los superiores llevó a los futuros novicios al convento de San Giovanni Rotondo. Allí se detuvieron algunos días. Fue en aquella ocasión cuando el P. Gerardo y todos sus compañeros conocieron al Padre Pio. Los acogió con tanto afecto y se apresuró a recomandarlos al ecónomo, exhortándole a tratarlos bien porque «debían crecer». Al director, que insistía para que los confesase, le decía: «Son jóvens, confesarlos vosotros; no me hagáis perder tiempo». Al final cedió y fue esta la primera vez que el P. Gerardo se confesó con el Padre Pío.
Durante su permanencia en San Giovanni visitaron a la gran hija espiritual del Padre Pío, Maria Pyle, la americana. Fiel a la exhortación del Padre Pio, les ofrecìó una taza de chocolate caliente con abundantes biscochos y galletas.
Finalmente llegaron a Morcone (Benevento) donde hizo el noviciado, en el mismo lugar que el P. Pío. En el noviciado el joven Luis cambió el nombre por el de Gerardo, por devoción a san Gerardo Maiella, al que desde pequeño había rezado y había tratado de imitar, escuchando las historias de su madre y de sus mismos compañeros. De hecho, en el santuario de la Consolación, siempre en Deliceto, su pueblo natal, habían pasado algunos años tanto san Gerardo como san Alfonso Maria de Ligorio.
Terminado el año de noviciado, el P. Gerardo llegó al estudiantado teológico de la Provincia Capuchina de Foggia, en Campobasso, donde realizó el ciclo de estudios filosófico-teológicos antes de llegar al sacerdocio. Finalmente, el 21 de febrero de 1954, en Campobasso, fue ordenado sacerdote.
Apenas recibió la ordenación sacerdotal, en el 1954, y dada su claridad de mente y sus grandes dotes intelectuales fue enviado a Roma a estudiar Sagrada Escritura. Finalizados estos estudios y hasta 1969 fue Director de los teólogos en Campobasso, Profesor de Sagrada Escritura, Consejero Provincial y Guardián de este convento. En sus alumnos dejó un profundo recuerdo, no sólo por sus cualidades didácticas, la claridad de sus enseñanzas sino sobre todo por el ejemplo de su vida, su profunda humildad y minoridad.
Tras la muerte del Padre Pío, el Postulador General de los Capuchinos, P. Bernardino de Siena, convencido de la santidad del estigmatizado del Gárgano, inició los pasos ante la Congregación de las Causas de los Santos para abrir oficialmente el Proceso. Para ello fue nombrado Vicepostulador de la Causa el P. Gerardo de Flumeri.
Hasta su muerte se dedicó completamente al Padre Pio, como Delegado primero y como Vicepostulador después, como Editor de sus Escritos y de los documentos fundamentales sobre él, como Director de la revista mensual Voce di Padre Pio (publicada en varias lenguas), en la que escribió almenos dos artículos por mes, como estudioso e investigador, privado y oficial.
Como todos, también el P. Gerardo, fue atraído primeramente por los dos grandes fenómenos místicos de San Pío: la estigmatización y la transverberación. Él, partiendo de los signos corporales externos, como de cinco puertas o con cinco llaves, con el estudio y la reflexión científica, buscó penetrar en el alma del Padre Pío, en su misterio, en lo más íntimo de su espíritu, en su interior que era todo un mundo de maravillas.
Las dificultades encontradas para iniciar el Proceso de canonización fueron innumerables y él en los momentos más oscuros rezó y sufrió. Su principal preocupación era esta: El Padre Pío tiene razón y yo lo tengo que demostrar. La Congregación de la Doctrina de la Fe, rechazó al menos tres veces la solicitud para dar el Nihil Obstat antes de iniciarse el Proceso. En las primeras ocasiones, rechazó la petición sine die. El P. Gerardo siguió trabajando en plena sintonía con el obispo de la diócesis, Mons. Valentino Vailati, al cual todos, pero de modo particular los hijos espirituales del Padre Pio, deben eterna gratitud por la firme voluntad, el sacrificio y la constancia a pesar de las humillaciones sufridas para obtenere el Nihil obstat de la Congregación de los Santos y poder proceder a la apertura oficial del Proceso diocesano. Mientras el P. Gerardo trabajaba incansablemente buscando toda la documentación requerida para demostrar la santidad del Padre Pío.
Desde Roma pedían cada vez más documentación, desde que la Doctrina de la Fe negó el permiso para iniciar el Proceso el 6 de julio de 1974; más tarde el 28 de mayo de 1976. Los sufrimientos fueron grandes para Mons. Vailati y el P. Gerardo, pero no se dieron por vencidos.
Para el P. Gerardo supuso un trabajo difícil, delicado, que requería prudencia, paciencia, equilibrio, doctrina, dado que en el caso del Padre Pío estaban interesados, además de los Dicasterios de la Curia Romana, aquellos del Estado Italiano: del Municipio de San Giovanni Rotondo a los Organismos estatales como los Ministerios del Interior y de la Defensa.
Con el Proceso terminado, muchos, observando la enorme cantidad de documentos recogidos, era evidente que el estudio de tan voluminoso material sería ocasión de retrasar el estudio de la Causa. A este respecto, conviene precisar la fatiga de nuevos estudios sobre los hechos y los escritos y la sucesiva recogida de más documentación fueron requeridos al P. Gerardo por la misma Congregación de los Santos para clarificar las dificultades planteadas por la Congregación para la Doctrina de la Fe.
El suplemento del trabajo subsiguiente llevó a la compilación de tal cantidad de material que posteriormente la Congregación de los Santos encuadernó en 104 volúmenes, recogidos en lo que se denomina la Copia Pública. Siempre y, a petición de la Congregación, el P. Gerardo tuvo que reducir y sintetizar en 4 volumenes y 6 tomos, con un total de unas 7000 páginas, todo el trabajo.
Cuando el 18 de diciembre de 1997, en el Vaticano, ante la presencia del Papa, fue promulgado el Decreto sobre la heroicidad de las virtudes del venerable Padre Pío estaban presentes todos, faltaba uno solo: el P. Gerardo, que había sufrido un infarto esos días y se recuperaba en el Hospital de la Casa del Alivio del Sufrimiento.
Llegada a la meta de la Canonización para el Cirineo de Dios, aquel caluroso 16 de junio de 2002 ante la presencia nunca vista de más de 600.000 personas en la plaza de San Pedro y calles adyacentes, la salud del P. Gerardo, siempre débil, se fue deteriorando a causa de tan ingente trabajo realizado sin tregua de descanso; también él experimentó el sufrimiento personal como camino de purificación hacia la santidad.
Pero, entre las muchas actividades desarrolladas por el P. Gerardo, no se pueden olvidar ni infravalorar la grandísima atención que prestó a los Grupos de Oración. Teniendo un profundo conocimiento de lenguas, viajó numerosas vecesra por diversas naciones europeas, en los Estados Unidos, en Canadá, en Filipinas. Tuvo una única preocupación: dar a conocer los testimonios de vida del Padre Pío y su pensamiento, esto es amor a la oración y a la carità viva y activa.
En la mañana del 8 de mayo del 2005, fiesta litúrgica de la Ascensión, el P. Gerardo di Flumeri, se durmió en el Señor. Había sido un testimonio vivo de la santidad del Padre Pío, Vicepostulador de la Causa de Beatificación y canonización del Padre Pío de Pietrelcina; en esta tarea se distinguió por su compromiso cultural e intelectual, sobre todo por difundir una correcta espiritualidad del santo de Pietrelcina, del que publicó y cuidó la edición del Epistolario. Como Director de la Revista Voce di Padre Pio y de la relativa Casa Editora, publicó los principales testimonios de San Pío de Pietrelcina.
Su fuerte espiritualidad, se forjó en la escuela del Padre Pío, viéndose coronada en los últimos años por una larga y dolorosa enfermedad que soportó con ejemplar serenidad. El día de su tránsito a la casa del Padre tenía 75 años de edad, 59 de vida religiosa y 51 de sacerdocio.