Antonio Oteiza y Carlos Ciriza. Encuentro de dos viajeros en el camino
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Antonio Oteiza y Carlos Ciriza: encuentro de dos viajeros en el Camino relata la travesía vital y profesional de dos artistas que, tras llevar su obra por todo el mundo, vienen a coincidir en la ciudad de Estella-Lizarra, en plena ruta jacobea y a pie de paso de peregrinos. Antonio Oteiza Embil (Donostia-San Sebastián, 1926) es el capuchino aventurero cuya vocación misionera lo convierte en misionero del arte para recorrer los escenarios más diversos, desde la selva amazónica y las Islas Galápagos, hasta el santuario de Arantzazu y el convento del Cristo de El Pardo. Con su vigorosa figuración expresionista que busca remover por dentro, alza su voz reivindicando la renovación del arte sacro desde los principios de belleza, naturaleza, compromiso y creatividad. Carlos Ciriza Vega (Estella-Pamplona, 1964) es el artista integral que desarrolla una fecunda trayectoria cimentada en su entorno familiar y rural, para elevarse a una universalidad que no conoce barreras geográficas ni estéticas, en un viaje físico y emocional que lleva a su obra a mimetizarse con su entorno para dejar en el paisaje una imperecedera impronta cultural. Artista experimental y no imitativo, otorga voz propia al lenguaje abstracto para despertar sensaciones en el espectador a partir de los valores de búsqueda, complementariedad, compromiso y diálogo, en un proceso de simplificación formal para quedarse con lo esencial.
En Antonio Oteiza, la vida se hace Camino. Y en Carlos Ciriza, el Camino se hace arte. Y sus caminos se hacen uno en un proyecto común: el Museum Oteiza-Ciriza en Estella, enclave neurálgico del Camino de Santiago, junto a la iglesia de Rocamador, dedicado a la exposición, estudio, investigación y difusión de la obra de ambos artistas desde los principios de espiritualidad, trascendencia y proyección humanística como señas de identidad. El museo y parque escultórico al aire libre, surgen con vocación de servicio para visibilizar y compartir la obra de estos relevantes artistas y generar espacios de cultura, diálogo y comunicación social. El museo ligado a la orden capuchina y de acogida franciscana, como museo del Camino, se convierte en un lugar de experiencias, encuentro artístico intercultural y asume su compromiso con los valores de la educación para atender por igual al aprendizaje y al ocio, desde una propuesta dinámica, abierta y participativa encaminada a mejorar la sociedad, difundiendo sus vivencias, pensamientos, filosofía y sentimientos hacia el interior del ser humano, como elementos humanizadores del espacio, del espíritu y del tiempo.