Cronica Huaorani. Monseñor Alejandro Labaka Ugarte. (PDF)
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Sucedió hace 28 años.
En julio de 2015, se cumplen 28 años de la muerte del autor de este diario, lanceado junto a un bohío indígena en la selva amazónica ecuatoriana, que ahora presentamos en su primera edición en España (y quinta en Ecuador).
Para quienes convivimos con Alejandro, pareciera que no han pasado tantos años. Tan profunda fue la impresión de su muerte, junto a la de Inés, que aún las sentimos recientes.
Porque su perfil definitivo quedó grabado en ese momento, en la apuesta final que él hizo y su desoladora conclusión: "el terrible rito de las lanzas".
Parafraseando a Lorca: viva moneda que nunca se volverá a repetir.Era Alejandro tan discreto y sin pretensiones que nunca se le ocurrió relatar su experiencia, al menos para el público. Lo que presentamos aquí son narraciones escritas a vuelta pluma de sus primeros encuentros con los huaorani, que luego hacía llegar a suscompañeros frailes, muchos de ellos en España, de forma privada, sin perspectiva de ser publicados.
Por tanto, hay que leerlas así, como relato espontáneo, cartas personales, donde el autor pone en juego su corazón.
Una manera peculiar de acercarse a un pueblo desconocido para él, que, en sus propias palabras, le fascinó.
Porque Alejandro, ayuno de conocimientos técnicos de antropología, ponían en común en esos contactos lo que él entendía como patrimonio universal humano: la solidaridad, el amor respetuoso, la necesidad de aprender de los otros, su larga experiencia de convivencia con grupos humanos tan disímiles como eran los de su patria vasco-española, o la multirracial China donde vivió seis años, o grupos andinos, costeños o amazónicos ecuatorianos, de todos los cuales quiso aprender la sabiduría de los muy diversos estilos de convivir.
Parecen escritas para Alejandro estas palabras de Javier Cercas, comentando a sus personajes de SOLDADOS DE SALAMINA, sobre quién es un héroe.
"Alguien que tiene el coraje y el instinto de la virtud, y por eso no se equivoca, o por lo menos no se equivoca en el único momento en que importa hacerlo.
Un héroe tiene las dos cosas. Por una parte el coraje, la valentía; ingrediente indispensable. Y lo otro, la cruz de esa moneda, es lo que llamo el instinto de la virtud que hace que haya personas que actúan bien, porque parece que huelen el bien, que apuntan al bien.
Ese instinto de la virtud lo tienen muy pocas personas, y creo que son muy raras, muy excepcionales. Ésos son los héroes.