Santos Dea Macanilla
Santos, un indígena amazónico ecuatoriano, que se llaman a sí mismos, Naporuna, es decir las personas del Napo, publicó en Cicame un libro de los que hay hasta hoy muy pocos: SE ACABARÁN LOS CEDROS, NOSOTROS NO Biografía de un Naporuna (2009).
Leyendo esa autobiografía podemos asomarnos a una vida del todo singular.
Santos nació en una hacienda cauchera, sus padres eran peones, poco menos que esclavos, en un tiempo que resultó de lo más inclemente para los diferentes pueblos indígenas que habitaban la cuenca del río Napo ecuatoriano. Perteneciente a un clan de rara inteligencia, aunque ágrafo, como todos los suyos en ese tiempo, ha conservado con precisión su propia historia recogida de relatos orales que oyó desde niño.
Él tuvo la oportunidad de estudiar de muy pequeño en una misión católica, los capuchinos de Nuevo Rocafuerte. De esa manera, se armó de un instrumento, la lectura/escritura, que le ofreció un nuevo horizonte para comprender, tanto la historia de sus ancestros, como los enormes cambios que iban a caer sobre su amazonia, a partir de los años 80 del siglo pasado, con la invasión de su selva por parte de la colonización y la industria petrolera.
Santos se convirtió, de esa manera, en uno de los líderes naporuna más consciente de los nuevos tiempos que les tocaba vivir a los indígenas; tanto a los de su generación como de sus descendientes. Todo ello lo recuerda en su autobiografía de una manera muy propia. Su memoria tiene el gusto por los detalles, propio de la gente indígena, pero también la capacidad de situar los hechos dentro de un contexto más amplio y nacional que le ha sido dado por la cultura occidental a la que accedió.
Durante más de 30 años ha sido uno de los participantes indígenas más valiosos dentro de CICAME (Centro de investigaciones culturales de la amazonia ecuatoriana). Fue traductor al castellano de la literatura oral de su pueblo; pero tuvo también la capacidad de trasladar a su lengua propia (el runa shmi o kichwa del Napo) una buena parte de la Biblia, tarea que realizó durante años de trabajo exhaustivo. Santos ha sido, paralelamente, catequista y líder de sus comunidades, mostrando siempre un creciente apetito por el conocimiento y la sabiduría. Todo esto queda reflejado en su libro, que escribió de la manera más libre, sin dirección o apuntes de ningún extraño. Por eso tiene una originalidad y un valor muy especiales.
Queda decir que Santos murió repentinamente, poco después de publicado el libro citado, probablemente de un ataque cardíaco, justo cuando se había dedicado más intensamente a escribir, a recoger de esa manera para su gente, lo que habían sido su experiencias y aprendizaje. En esta última circunstancia se mostró también como un indígena amazónico del todo original: se lo encontró sentado a su mesa, derrumbado sobre lo que era su diario personal, que venía escribiendo todos los días desde hacía 30 años.