Damián Iribarren
José Iribarren Zugasti nació en Aoiz el 22 de Abril de 1.927 y murió en Pamplona el 14 de julio del 2000.
Se ordenó sacerdote en diciembre de 1.950.
Se especializó en temas y artes sociales en el Instituto León XIII de Madrid.
Para reconocer la dimensión humana, religiosa y creativa de Damián Iribarren hay que arrimarse a su obra literaria, a sus composiciones en verso libre cargadas unas veces de misticismo y otras, de preocupación social: a sus sonetos de corte clásico, perfectos, recios y sonoros; a sus romances frescos y cantarines; a su prosa poética, siempre preciosa.
En todos sus escritos encontramos calor, hondura y belleza.
Datos que nos llevan a catalogar a Damián Iribarren como hombre de corazón, pensador y artista.
Hay que colarse en su estudio y ver su amplia obra pictórica que él esconde con humildad.
José Iribarren Zugasti, nació en Aoiz el 22 de abril de 1927 y murió en Pamplona el 14 de julio de 2000.
Se formó en los seminarios capuchinos de Alsasua, Fuenterrabía, Estella y Pamplona, ordenándose sacerdote en diciembre de1950.
Más tarde se especializó en cuestiones sociales en el Instituto León XIII de Madrid.
En 1957 llegó a Zaragoza como consiliario de la HOAC y, para conocer la problemática del mundo obrero, se trasladó a Vizcaya, donde trabajó como peón en Altos Hornos de Bilbao durante tres meses.
De nuevo en Zaragoza y, a partir del Congreso Internacional de Gitanos, centró su actividad en este sector socialmente marginado, ubicado en el lugar conocido por "Las Graveras". En este poblado gitano -utilizando materiales de derribo- en 1968 instaló su propia chabola. Allí colaboró en la construcción de una escuela y en la búsqueda de soluciones al problema de la vivienda.
El Ayuntamiento de Zaragoza acordó otorgarle, el 11 de enero de 1979, el Premio de la Ciudad Cesaraugusta en reconocimiento a su labor en los ámbitos social y cultural.
Posteriormente, Jaca, San Sebastián, Sangüesa y Pamplona serán el marco donde irá completando su biografía, en la que supo compaginar su dedicación religiosa con su faceta artística como pintor y poeta, además de su afición a la música.
Siento especial predilección por "Poemas de un mendicante", con sus trípticos al árbol, al humo, a la piedra, con sus canciones... con sus preguntas y paisajes dotados del mismo colorido, la misma tonalidad de verdes, ocres y azules plasmada en sus óleos.
Con sus palabras vivas donde nos advierte que: Vivir es mantenerse en equilibrio/ en olas sucesivas/ Sentirse en imposible/ Y ser audaz, inconformista y libre/ Amar el aire y el espacio/ tener dos alas decisivas/ y estar sujeto al tiempo, a la conciencia, al hombre y su ley.
María Socorro Latasa Miranda