Del diario secreto de san Antonio
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En ratos de viaje y huida
la imaginación hace posible
que hable quien ya no tiene voz.
Que a figuras, vestidas de tradición
y cariño, se les haga un retrato
-aunque sea imperfecto- sentado frente
al fantástico mundo de la naturaleza
o caminando entre la misma.
Si el grito vive en la pintura
y la voz en las palabras, leyendo
los escritos de este santo franciscano,
se le siente tan cerca que hay
que hacer esfuerzos para no escuchar su voz.
San Antonio, en sus escritos, al hablar
de Dios utilizaba siempre como referencia
a la naturaleza para hacerse comprender
de los otros hombres.
Amó a todas las cosas desde Dios,
el camino más corto para que todos se
sientan amados por lo que son.
Quiero hacer del Santo una figura
cercana entre trece retratos para
un álbum.
Reconozco que es difícil
fotografiarlo de frente.
Siempre está de cara a Dios,
a los hombres, a la naturaleza
y de espaldas a sí mismo; fue
su forma de vivir.
J.M. de la Torre