Jesús: preguntas y miradas
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En esta cultura adormecida y adormecedora en que vivimos, caracterizada por propuestas hedonistas y evasivas, es necesario activar las alertas denunciadoras y las respuestas inmunizadoras a tan peligroso virus.
Y a eso puede ayudar la pregunta: preguntar y preguntarse.
La pregunta es un utensilio indispensable en la mochila, o en la alforja, de quien se siente caminante a través de una ruta deficiente, cuando no erróneamente señalizada.
Por otro lado, se revela como un principio de inquietud, al despertarnos del sueño de las certezas en que indolentemente, descansamos, para colocarnos en la ruta de la verdad, que, mientras estamos en este mundo, nunca es una realidad conquistada, sino una vocación permanente.
La pregunta es, pues, ayuda imprescindible para quien quiere convivir con la verdad y en la verdad.
Vamos a escuchar algunas preguntas de Jesús, porque, como buen Maestro, con ellas intenta no sólo conocer el interior del discípulo, sino ayudar al discípulo a conocer su propio interior.
Más aún, Jesús mismo es una pregunta, la gran pregunta de Dios, y una respuesta, la gran respuesta de Dios.
Por otra parte, ¡la mirada de Jesús! A Jesús no sólo no hay que perderle de vista (Hb 12, 1-2), tampoco hay que perder de vista su mirada ni su punto de mira.