El "hijo mío" del Padre nuestro
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Quizá suene a osadía esta perspectiva, este intento de ver y presentar a Dios desde su condición paternal, inclinado respetuosamente sobre el hombre, convertido en su buscador (Lc 15, 4-7. 11-30; Jn 10,1-16)
Un Dios a quien no sólo oramos, sino que nos ora; a quien no sólo suplicamos, sino que nos suplica; a quien no sólo manifestamos nuestra necesidad, sino que nos manifiesta la suya, al tiempo que nos revela su corazón apasionado por el hombre.
Es lo que quieren traslucir estas palabras, que podrían considerarse como el reverso del Padrenuestro: la pasión de Dios Padre por sus hijos, formulada desde el esquema del paradigma de la oración enseñada por Jesús.